Saludos, queridos lectores. Soy Twist, un joven de 25 años que se dedica a desentrañar los secretos ocultos de las ciudades, y hoy os traigo una fábula que nace de las entrañas de Granada, una ciudad que nunca deja de sorprenderme. En mis andanzas por sus calles, me topé con la Fuente del Avellano, un lugar que, aunque hoy parece olvidado, guarda en su seno historias de antaño. Permitidme que os cuente una de ellas, una que habla de aguas, tertulias y misterios.
El Murmullo del Agua
En una época no tan lejana, cuando la Fuente del Avellano aún era el corazón palpitante de Granada, existía un joven aguador llamado Mateo. Mateo era conocido por su diligencia y su peculiar habilidad para escuchar lo que otros no podían. Decía que el agua le hablaba, que le contaba secretos que solo él podía entender. Muchos lo tomaban por loco, pero otros, intrigados, acudían a él en busca de consejo.
Una tarde, mientras llenaba sus cántaros en la fuente, Mateo escuchó un murmullo distinto. No era el habitual susurro del agua, sino un mensaje claro y urgente. El río Darro guarda un secreto, decía la voz líquida. Mateo, curioso y valiente, decidió seguir el rastro de aquel enigma. Sabía que el río Darro, con sus aguas provenientes de la Alhambra, era más que un simple curso de agua; era un guardián de historias.
El Enigma del Río
Guiado por el murmullo, Mateo se adentró en el camino del Avellano, bordeando el río. A medida que avanzaba, el susurro se hacía más claro, como si el agua misma le indicara el camino. Pronto llegó a un lugar donde el río parecía detenerse, formando un remanso tranquilo. Allí, entre las sombras de los árboles, encontró una piedra tallada con extraños símbolos.
Mateo, aunque no entendía el significado de los grabados, sintió que había encontrado algo importante. Decidió acudir a la Cofradía del Avellano, un grupo de literatos y pensadores que se reunían cerca de la fuente para compartir ideas y conocimientos. Entre ellos, se encontraba un sabio anciano llamado Don Álvaro, conocido por su vasto conocimiento de la historia de Granada.
Don Álvaro, al ver la piedra, frunció el ceño. Esto es un vestigio de tiempos antiguos, dijo. Habla de un tesoro escondido, un legado de los antiguos habitantes de la Alhambra. Pero también advierte de un peligro, una maldición que caerá sobre aquel que intente desenterrarlo sin el debido respeto.
El Legado de la Alhambra
Mateo, fascinado y temeroso a la vez, decidió que debía descubrir la verdad detrás de aquel enigma. Con la ayuda de Don Álvaro y los miembros de la Cofradía, comenzó a investigar los archivos y leyendas de la ciudad. Descubrieron que, efectivamente, existía un antiguo tesoro escondido en algún lugar cercano al río, un legado de los tiempos de la Alhambra.
Sin embargo, también encontraron relatos de aquellos que habían intentado encontrarlo y habían fracasado, víctimas de la maldición. Mateo comprendió que no podía actuar solo. Necesitaba la ayuda de la comunidad, de aquellos que, como él, amaban y respetaban la historia de Granada.
Así, convocó a los habitantes de la ciudad, compartiendo con ellos el misterio del río Darro y la advertencia de la piedra. Juntos, decidieron que el tesoro debía permanecer oculto, como un recordatorio de la rica historia de Granada y de la importancia de preservar su legado.
Hoy, la Fuente del Avellano apenas arroja un hilo de agua, y el lugar es azotado por el vandalismo. Pero la historia de Mateo y el enigma del río Darro perduran, recordándonos que los verdaderos tesoros no siempre son de oro o joyas, sino de historias y memorias compartidas.
Espero que esta fábula os haya transportado a un tiempo en el que el agua susurraba secretos y los misterios aguardaban ser descubiertos. Os invito a acompañarme en futuras aventuras, donde juntos desentrañaremos más secretos de esta maravillosa ciudad.
Hasta la próxima, amigos.
Firmado, Twist, el cronista de secretos.